Mosaico de San Apolinar Nuovo (Rávena, Italia)Ahora les explico porqué encabezamos hoy este post con esta imagen.
Mi vecina la del 5º B cree en los Reyes y sobre ellos hablamos en esta fría tarde viguesa.
A estas horas, los Reyes magos, ya están en nuestro país. Han llegado a caballo, en camellos, en barco, incluso en helicóptero. Están preparados para la gran noche mágica , los niños y también los mayores les verán en las calles, en ese prodigio singular que les permite estar en las cabalgatas de todas las ciudades.
La tradición más difundida cuenta que vinieron de Oriente, en número de tres, y que iban guiándose por una estrella que les condujo hasta Belén. Allí buscaron al Niño Jesús recién nacido y le adoraron, ofreciéndole oro,representando su naturaleza real,incienso ,que representa su naturaleza divina, empleado en el culto en los altares de Dios) y mirra ,un compuesto embalsamador para los muertos, representando el sufrimiento y su muerte futura .
Parece ser que, sólo por el hecho de que el relato evangélico indicara que trajeron tres dones (oro, incienso y mirra), se dio por sentado que eran tres los personajes que los traían. Aunque también en algún momento las distintas tradiciones han señalado que eran cuatro, siete y hasta doce.
La primera vez que surge el nombre con que hoy conocemos a los Reyes Magos es en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia). El friso de la imagen está decorado con mosaicos de mediados del siglo VI que representan la procesión de las Vírgenes. Esta procesión está conducida por tres personajes vestidos a la moda persa, tocados con un gorro frigio y su actitud es la de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen que está sentada en un trono y tiene al Niño en su rodilla izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda: Gaspar, Melchior, Balthassar...
Poco a poco la tradición ha ido añadiendo otros detalles a modo de simbología: se les ha hecho representantes de las tres razas conocidas en la antigüedad, representantes de las tres edades del hombre y representantes de los tres continentes (Asia, África y Europa).
Ya sé que en estos momentos, muchos de los que esto leen, estarán pensando que creer en los Reyes Magos es cosa de críos y que en realidad...Vale, piensen lo que quieran. Y admiren el sarcófago restos que se encuentra en la Catedral de Colonia.
En 1164, el emperador alemán Federico Barbarroja regaló a la ciudad de Colonia las reliquias de los Reyes Magos, que fueron trasladadas desde Tierra Santa a Milán, y desde allí a Colonia. Miles de peregrinos empezaron a llegar para ver el rico tesoro de los legendarios Reyes Magos. Así, en 1248 se inició la construcción de una catedral que estaría a la altura de tal tesoro.
Fue largo el camino que recorrieron las reliquias antes de llegar a su actual hogar. Todo comenzó en el año 300, cuando la emperatriz Elena —madre del emperador romano Constantino— se dedicó a rescatar reliquias religiosas. Localizó los restos de los tres Reyes en Saba, ordenando su traslado a Constantinopla, donde permanecieron en una iglesia ortodoxa durante tres siglos. Posteriormente, las reliquias fueron trasladadas a Milán, hasta que Federico Barbarroja saqueó el norte de Italia y se las llevó consigo a Colonia.
El tesoro de los Reyes Magos está situado detrás del altar mayor, constituyendo una obra maestra de la orfebrería medieval. El relicario -de 220 metros de longitud- construido en oro y plata macizos, contiene los cráneos de Melchor, Gaspar y Baltasar envueltos en cajas forradas de terciopelo. Con más de 350 kilos de peso, fue realizado por el francés Nicolás Verdún, que se ayudó de incrustaciones de esmaltes y piedras preciosas que representan a la Virgen María, a los Reyes Magos y a los profetas.
Regalos, paquetes misteriosos, lazos multicolores y mucha ilusión para esta noche que ya anteriormente les dijimos que era y sigue siendo una noche realmente mágica.
Dice mi vecina, y no le falta razón, que siendo niña escribía la carta a los Reyes magos siempre. Y que siempre olvidaban algo pero nunca faltaban los lápices de colores, el jersey tejido a mano, las botas de agua...Dependía del año y de las posibilidades de sus reyes particulares.
También dice mi vecina que hay muchos niños más favorecidos que otros.
No lo vamos a negar. Hay niños que deberían recibir el regalo de la libertad, la felicidad y la paz. Niños que trabajan, que son explotados, que no tienen agua ni pan. Niños en campamentos de refugiados...Niños que carecen de todo y nada reciben.
Los Reyes magos, siguen siendo Reyes, pero tal vez han dejado ya de ser Magos.
Y en cuanto a las cartas que les dirigen, es cierto que a veces no acaban de entenderlas.
Llevo varios días, buscando entre mis viejos papeles para leerle a mi vecina uno de esos cuentos que escribí hace tiempo.
Un cuento en el que los Reyes llevaban una semilla de trigo hacia las tierras resecas y acabafructificando con las lágrimas de Gaspar, de Melchor o de Baltasar.
Era un cuento navideño dulce, empalagoso tal vez.
No lo encuentro, seguramente aparecerá c ualquier día de estos, o lo arrojé a la papelera después de leerselo, a un niño o a un adulto.
me gustaba, pero ya les digo, muy dulzón y lacrimógeno si que era.
Cada año intento encontrar la estrella de los Reyes magos, y no me importa que el cielo esté despejado o muy nublado, siempre consigo verla. O imagino que la veo.
Prueben y la reconowrán, es la más brillante de todas.
Y no hagan caso si les hablan de cometas, de estrellas fugaces, del lúcero de la tarde.
Miren y la verán.
Si alguno ha conseguido leer hasta aquí, estará algo confuso. Seguro que no entiende nada de nada. No comprende que Séneca crea en los Reyes magos, que su vecina del 5º B también lo crea y que dediquen toda una tarde a conversar sobre esto.
Pues sí, hemos dejado de hablar de la subida de la bombona de butano, de la luz, del transporte urbano, del IPC, del euro... De las interminables obras en Vigo.
Hasta hemos dejado de comentar cómo está el tráfico, ni si las aceras están sucias, las alcantarillas llenas de cualquier cosa.
Todo eso pierde interés si pensamos en el prodigio de una noche como esta.
Los padres se hacen niños, los niños siguen siéndolo, los abuelos recuerdan su infancia.
Les dejo, voy a mirar la Ría de Vigo y después, fijaré mis ojos, muy abiertos y esperanzados, para ver otra vez , la estrella que más reluce.
Luego, como cada año, esperaré un poquito de felicidad.
Y seguiré soñando con tres magos que entran de puntillas y que tal vez tengan algún regalo que dejarme.
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Desde Vigo, como siempre, un cordial saludo. Hasta pronto.
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2 comentarios:
Voy a hacer de abogado del diablo. Yo creo que el único prodigio de unas fiestas como estas es hacer que personas perfectamente normales y sensatas pierdan totalmente la cabeza por unos días. Y de los niños, ¡qué decir! Lo único que hacen es aquello a lo que les hemos acostumbrado. Desde que están en la cuna les metemos por los ojos esta sinrazón, esta absurda idea de que gastando y regalando demostramos lo felices que somos. Pero no es que sea propio de ellos este comportamiento. Ya digo que se lo inculcamos desde la cuna, lo mismo que los acostumbramos a comer con cubiertos.
Cuando se celebre la Navidad sin un solo regalo, sin una sola comilona, sin una sola fiesta, sin un solo vestido especial, sin un solo extraordinario, entonces empezaré a creer que la gente celebra la Navidad y no otra cosa.
Yo ya prácticamente lo he conseguido. A veces me veo obligada por presiones exteriores a contrariar mi voluntad, pero tarde o temprano (más temprano que tarde) acabaré haciéndolo a mi modo.
Pues a mi la fiesta de reyes me gusta. Que hay bastante mercantilismo, vale, pero con el tiempo uno ve que a los adultos le hace la misma ilusión o a veces casi más que a los niños. Todo un país movilizado en una movida semejante, y luego ves cosas como salir a las cajeras de los supermercados para tirarles besos a los reyes cuando pasan por delante de su puerta. Algún malpensado pensara que ese es el momento en el que aumentan espectacularmente los robos ; pero los ladrones también salen a la puerta, cualquiera se atreve a meterse un paquete de queso de untar en el bolso de la chaqueta con los reyes pasando al lado.
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