sábado, 12 de diciembre de 2009

COSAS QUE CASI TODOS HACEMOS...NO LO RECONOCEMOS, Y HASTA NOS ENGAÑAMOS A NOSOTROS MISMOS.


Vamos a mezclarlo todo.
Unas cosas son molestas para los demás, con otras no hacemos mal absolutamente a nadie. Pero las hacemos y no lo reconoceríamos por nada del mundo.
Empezamos con las propinas. Nos fastidia no darla, para que nadie diga que somos cutres. Nos guastaría ser más espléndidos...pero a veces, nos quedamos muy cortos. Y lo contrario también es un fastidio, cuando nos pasamos y damos más de lo que huebieramos querido. En el fondo, salvo el que se gana un sobresueldo o completa el poquito que recibe, no nos gustan las propinas.
Decimos en voz alta que no deseamos regalos.
Pero en muchas ocasiones los esperamos.
En estas fiestas próximas, hacemos y recibimos regalos. A veces, ponemos carita satisfecha cuando en realidad el regalo en custión no nos gusta ni un pelo.
Y también, aunque esté feo, muy feo, utilizamos lo recibido para hacer regalos a otras personas.
hay ocasiones en que buscamos y rebuscamos por la casa, encontramos algo recibido antaño y lo regalamos hogaño.
Se hace, pero hay que andar con cuidado. Sería desastroso regalarselo a quien nos lo regaló.
El rito de tomar doce uvas el 31 de Diciembre.
Estamos hartos de que nos expliquen el origen de esta tradición española ( que ya la realizan en otros muchos paises)
Decimos que es una bobada, pero año tras año, seguimos comprando uvas, contándolas, poniendo platitos e incluso dejarlas peladas y dispuestas para comerlas con rapidez. Ahora hasta las venden peladas y sin semillas.
Y seguimos diciendo que este año no. Y las seguimos tomando, hasta los que están solos. Platito en mano y a esperar los cuartos y que den las campanadas...Por si acaso en el año próximo nos sonrie la suerte.

Hay quien le pone "orejas de burro" a los libros. Vamos, que no le importa doblar la página en la esquina superior para sa ber donde se quedó la lectura.
Y le da igual que el li bro sea suyo, prestado por algún incauto, tomado de la biblioteca. Pues nada, dobla donde le conciene y ya está.
Y los que subrayan libros en lñas bibliotecas públicas?

Nosotros no leemos las revistas del corazón,¡ qué va! Si acaso un vistazo en la consulta del dentista, en la peluquería... Ya, ya.
No lo confesaríamos por nada del mundo. Pero la tirada de estas revistas es importante, alguién las comprará, digo yo.

Pasar papelitos en un examen.
No, hombre no !
Pues se siguen pasando, del que no sabe nada al que que si controla. Y a veces, del que sabe mucho al que está pez.
Molesta reconocer que hemos aprobado gracias al estudio de otros, molesta que casi siempre pillan al que no es caradura, siempre al otro.


Y es que esto de las chuletas tiene su técnica. Y más ahora, con tanto cachivache electrónico. Aunque sigue el artesano, el de la chuleta clásica.
Lo molesto para algunos no es hacer chuletas, es el miedo a utilizarlas, así que afortunadamente hay muchos que jamás han usado chuletas para examinarse.
Claro que también fastidia y pone de los nervios el ver como otros se jactan de su habilidad en el copieteo.
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Reconocer que examinarnos nos pone muy nerviosos tampoco es del agrado de nadie.
Pero es que ponerse nervioso por algo no lo reconoce nadie.
Ni por copiar, ni por examinarse.
Ni por viajar en avión, ir por primera vez a comer en casa de los suegros o que vengan ellos a nuestra casa, realizar publicamente la presentación de un trabajo...etc, etc.


La segunda cadena de TVE a juzgar por todos los que dicen que es la que ven, tendría que tener unos índices de audiencia inconmensurables.
Nadie reconoce que al hacer zapping para más de unos segundos en la telebasura.
Como nadie reconoce que alguna v ez ha bostezado o reprimido un inoportuno bostezo, en un canal cultural, leyendo algunos ensayos, en un concierto, en una conferencia... O en una clase, sobre todos las que se imparten después de comer, a la hora de la siesta.
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Porque eso sí, las sietas las duermen los otros.
Nosotros hacemos cosas importantes en esa franja horaria.
Y no reconocemos ni atados, que sobre todo los fines de semana, andamos por la casa como zombis.
Sin hacer casi nada, de la cama al sofá, del sofá a la nevera, de la nevera a la TV.
Aguantando el tedio dominical como se puede.
Sin reconcer que tenemos que colocar desde hace meses una estantería, que por ahí debe andar una labor de punto de cruz empezada hace años.
Que podíamos ir adelantando un trabajo empezado para la clase.
Lo dejo a vuestra imaginación, total, no vamos a reconocerlo.

De acuerdo, nos gusta Chopin, Brams, Vivaldi, la ópera, un solo de violín...
Y quién va a reconocer que ha tarareado, mientras se ducha, se afeita, pela papatas o va solito en el coche, que deja a Dylan o a Cohen, que no pone RNE con la clásica, y que en ocasiones va siguiendo el compás de la música pegadiza y cutrilla de cualquier emisora o la que lleva enganchada, no sabemos porqué, desde hace horas, dandole vueltas y vueltas.
Pensemos un poco, conoce a alguien que diga que tiene poquitos e-mails.
Pienselo un segundo más.
Al parecer todos tenemos montones de mails. Nadie reconoce que si quita el spam, las tonteras que no sabe quien manda y alguna cosilla más... Pero, por lo menos a mí me dicen que tienen mails a cientos. Bueno, pues suerte que tienen! O pocos filtros en el ordenador.

Suena el teléfono, y suena, y suena. Algunas v eces con los tonos más horterillas que pueden existir.
pero no hablamos de eso. Nos referimos a los que dejan sonar el teléfono y después si les dicen que no pudieron contactar con ellos, alegan que no les funcionan, que no lo oyen, que lo tiene cargando, que no tenía cobertura.
Por otra parte, nunca reconocemos que hemos estado pendientes del teléfono, minutos, horas, días...semanas, meses... esperando esa llamada que no llega. Ese simple mensaje que no acaba de llegar.
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No valen excusas, antes Correos decía que la carta que no llega a su destino, es la que nunca se envió. Apliquen el cuento.
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Muchas otras cosas, que no reconocemos:

.-Tener un bloc de dibujo y no empezarlo nunca.

.-Comprar cada año una agenda y escribir en ella solamente los primeros días del año, olvidar consultarla o pasar olímpicamente de lo que hemos ido anotando.

.-Mirarnos en el ascensor o en el espejo del portal y repeinarnos.

.-No cambiar los calcetines con agujerito o las medias con carreras y sorprendernos, como si acaba de ocurrir cuando alguien lo no nota.

.-Alegar indisposición para no ir a una reunión familiar o social.

.-Esperear más tiempo el bus que el que éste invierte en el recorrido que vamos a realizar.

.-Recoger las miguitas del pan o del bizcocho con el dedo y llevarlas a la boca.

.-No saludar a quien no nos apetece y como excusa decir que somos despistados, miopes o cualquier otra cosa.

.-Estar hartos de separar las botellas de plástico de las de cristal, los cartones de leche de los envases de yogures, los periódicos usados de las pilas...Sobre todo porque empezamos a desconfiar de que se reciclen y porque los contenedores los cambian poco y están siempre llenos.

.-Mirar para otro lado, cuando estamos cansados y no pensamos ceder el asiento en el transporte público.
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.-Poner excusas inventadas al llegar tarde.

.-Adelantar el reloj.

.-Usar el móvil en el baño.

.-Exagerar el curriculum

-Limpiarse el moquito que nos resbala imprudentemente, con el dorso de la mano, papel higiénico o lo que sea.

.-Mantener cara de no ha pasado nada, cuando al hablar alguien nos salpica.

.-Mantener un coqueteo inocente y virtual.

.-Empezar a leer el periódico por la última hoja, la más ligerita.
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En fin, que esto se va alargando mucho. Colaboren también los que están leyendo y no se priven a la hora de hacer comentarios.
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Desde Vigo, como siempre, un cordial saludo. Hasta pronto.
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5 comentarios:

Septem Trionis dijo...

Y para no ahondar más en los clásicos, algunos del siglo XXI como buscar el propio nombre (o el de otros) en google, cotillear entre las listas de contactos de la gente en el Facebook y similares, ...

Clara dijo...

Aunque me cueste reconocerlo... hago casi todas las cosas de la lista, ya no se cuantas libretitas/agendas/cuadernos tengo empezados... y lo del bus... es que hay veces que me duele todo o estoy cargadísima y no hay mas sitio para sentarse y sube algien mayor...y miro para otro lado lo reconozco! y quien no se ha parado algun viernes en luar? aunque luego todos digan que fue haciendo zapping...

Kotinussa dijo...

Me desmarco bastante de tu teoría, pero hago cosas que dices que no hacemos y reconozco abiertamente otras que según tú no reconocemos.

Duermo siesta. Es más, advierto a todo el mundo que me conoce que si llama a mi casa a la hora de la siesta (verano e invierno) encontrará un teléfono descolgado, así que no se molesten en llamar.

Reciclo regalos. Hay cosas que me han regalado y son bonitas, pero no las necesito o no las veo apropiadas para mí. Las guardo con cuidado y se las regalo a otras personas.

No doy propinas.

No he comido las uvas de fin de año jamás, ni las pienso comer. No me gusta la fruta, ninguna, en ningún momento. Y además en mi familia nunca se ha celebrado el fin de año. Es una noche cualquiera en la que cada uno cenaba por su lado las cosas corrientes de todos los días. Ha habido años en que para cuando dan las campanadas yo estaba durmiendo o en la cama leyendo, y ni me he enterado.

No leo revistas del corazón. Ni en la peluquería ni en ningún sitio.

En mi casa no se pone la radio con musiquilla, por muy pegadiza que sea. Yo no oigo la radio absolutamente para nada. Mi padre la oía un poco, pero ahora ya no la oye nadie. Y llevo toda mi colección de música clásica en el iPod y es lo que voy escuchando cuando voy en tren o en autobús al trabajo.

Tengo un teléfono móvil que siempre está apagado. Lo llevo sólo cuando salgo a carretera, pero para llamar yo cuando lo necesite, no para que me llamen a mí. Me niego a estar localizada permanentemente, ni siquiera por mi familia. Esclavitudes, las mínimas. La mejor prueba es que prácticamente nadie tiene ese número, que ni siquiera yo sé de memoria.

Uso agenda todo el curso. La empiezo cada septiembre y no paro de escribir hasta fin de junio. Apunto lo que hago en cada clase con cada curso, día a día. Cuando acabo el curso, la tiro.

No necesito inventar excusas porque nunca llego tarde. Casi siempre llego un poquito antes. Y si me ocurriera, no inventaría ninguna excusa, sino pediría disculpas.

En fin, no sigo, que ya está el comentario demasiado largo. Debo ser un bicho raro en tu lista.

conchita dijo...

Hay de todo en la inmensa marea humana, pero la gran mayoria, formaria parte de uno o varios de estos comentarios. Cuando voy en al autobus,sentada,pienso en dejar el asiento a quien lo necesite más que yo, y de golpe, pienso, pues si soy ya de ese grupo, al que se le deja el asiento. Bueno, me veo joven, para que me cedan el asiento en el autobus, y prefiero pensar que me gusta ofrecesrselo a quien lo necesite más que yo, porque puede necesitarlo más, aunque sea mas joven. Siempre pienso en esas personas que vienen de trabajar, seguramente agotados, todos ellos jovenes, y las personas mayores regresando de la playa, sentadas en los asientos, solo por ser mayores, y no me parece muy justo.
Hace mas de 20 años, un jesuita nos contó que cuando estaba en el seminario, por Cantabria, iban los seminaristas en el autobus, y subio una señora,, (año 60) y dijo, no hay educación, pues nadie se levantó. Y segun él, dijeron, señora, educacion si la hay, lo que no hay son asientos. Y eran estudiantes religiosos.Ya lo sabeis, lo que no hay son asientos .Conchita

Alba dijo...

de la lista esa, pocas se salvan....
lo del bus, lo tengo claro, como me haya tirado la mañana entera de pie, no me levantan ni con agua caliente.
lo de la agenda tiene más pecado, la empiezo en septiembre, y voy escribiendo las cosas que tengo que hacer, por supuesto siempre me acuerdo de mirarla el día después.... lo mejor era en épocas de exámenes, me hacía unos plannings de estudio alucinantes, que sólo servían para intentar recuperar todo lo no estudiado en el fin de semana, o los días antes del examen....